CUENTO PARA DORMIR CON LOS OJOS CERRADOS

El carpintero se balanceaba con precisión. Hacía años que no veía un atardecer sin calambres, y ni siquiera sospechaba que ese momento estaba mas cerca de él que lo que se demora un piloto en despedirse de su familia al acostarse...
Comenzó lentamente y con aviso. Primero sonó el timbre, luego pasó una carretela por la calle, y de pronto.....todo pareció explotar. Las orejas del desdichado bajaron hasta su ombligo, el cual saltó hasta el estanque mas cercano, donde nadaban 5 patos masoquistas y una vieja repugnante cantaba " No te olvides de los pobres ", canción de moda en esos días.
Al rato....todo volvió a la normalidad, (ahora con aviso). El cielo arriba, azul, el suelo abajo, qué sé yo el color de la casa,..... el viento frío, la leche en taza. Como tiene que ser.
¿Y el carpintero?...¡tomando tecito pues, si le dió hambre!

Pero cómo....¿no era calambre???
¿¿Cuáaaando??? ¡nunca fué calambre!!
¡¡Cómo que nooo!!!?? ¡lea el principio del cuento, mezquino inmundo!!
¡Bah, y de veras puh!....es que con el tecito e´ le pasó el hambre y calambre....¡¡intruso conchadestambre!!!

Y fin.